Nuestro método de aprendizaje

La forma de aprendizaje que usamos es el aprendizaje guiado. Es decir, dejamos a las personas descubrir, por medio de tareas o guías progresivas, cómo sentirse cómoda y segura encima de un caballo, y cómo el caballo reacciona a sus movimientos. La  gente, de esta forma, aprende con más confianza y placer que si se les proporcionan instrucciones constantes que no les dejan centrarse en sus sensaciones. Por ello, el papel del profesor aquí es que el alumno descubra cuándo están cómodos y seguros (el caballo y él), más que instruir. Planteamos unas ideas básicas y los animamos a explorar y aprender. Por supuesto, han aprendido a caminar, correr, saltar y muchos otros movimientos sin instrucción. El cuerpo humano, como el caballo, sabe cuándo está cómodo y seguro. Normalmente, necesitamos ayudar en ciertos puntos importantes:
-El miedo.  Es natural que la gente tenga miedo de un animal de tamaño tan impresionante, pues el miedo es una condición humana. Por ello, cuando introducimos a alguien en la monta natural, previamente explicamos la naturaleza del caballo: es un animal de presa, con instinto para huir, no para atacar. Vive en armonía y paz con sus amigos, ya que su vida depende de la seguridad de la manada. Teme a depredadores, agresión, nerviosismo y confusión. Comentamos el comportamiento de los caballos, su lenguaje corporal, expresiones, actitudes, deseos, molestias, etc. sobre la marcha, hasta que el alumno conoce al caballo. En la mayoría de las  clases de monta “tradicionales” no se explica nada sobre este aspecto y el miedo suele aparecer pronto en los alumnos.
-El miedo produce efectos graves y contraproducentes. Uno es que los caballos odian estar rodeados por miedo. Otro es tensión. Por eso dedicamos una buena parte de las sesiones a eliminar o disminuir esa tensión. Son muy importantes las primeras clases en las que el alumno y caballo están en el suelo, pues es en estas sesiones donde se  establece el primer vínculo de confianza. Es imprescindible que el jinete pierda su miedo al caballo antes de montarle. Debe ser capaz de moverse alrededor de él con confianza, cepillarle, acariciarle de manera que el caballo lo disfrute… La manera más rápida y fiable de adquirir confianza es por medio del trabajo suelto, una sesión de doma natural con un caballo manso. Saber cómo se mueve el caballo en “libertad”, coordinarse con él desde el suelo,… Después es cuando ya se pueden realizar las sesiones de monta. Antes de montar, realizamos ejercicios de relajación, respiración, calentamiento, estiramientos,… De esta forma, subimos al caballo con una actitud más positiva y relajada. Después, una vez montados, se van recordando otros ejercicios y técnicas de relajación para maximizar el bienestar del binomio.
-Los humanos somos manipuladores. Es decir, naturalmente pensamos que nuestro control reside en nuestras manos, otra idea que el caballo odia. Por eso, no dejamos a los alumnos montar con riendas hasta que pueden hacerlo sin ellas. Así, es el profesor  (o a veces otro alumno) quien sujeta el caballo en las primeras sesiones. Otra razón de que sujetemos el caballo es para permitir al alumno centrarse sólo en sus sensaciones con el animal y no en dirigirlo. Con este tipo de clases (a la cuerda o de ramal), el alumno coge confianza con el animal, relajación y equilibrio. De la misma forma, se suele experimentar un sentimiento de empatía hacia el caballo, pues los dos (caballo y jinete) van juntos en armonía.